Entre el mar y el desierto fue publicado el 5 de junio de 2006, el Día del Medio Ambiente, en el marco del Año de los Desiertos (ONU). La obra constituye una visión artística (poesía y fotografías) y ambiental de la comunidad Conca'ac del desierto de Sonora. Fue escrito para mostrar a México y al mundo cómo un reducido pueblo logra sobrevivir y construir una cultura alrededor de la biodiversidad de ese lugar de la tierra, en medio de la adversidad del clima, la falta de agua, las altas temperaturas y la carencia absoluta de servicios municipales.
El libro se publicó con el apoyo de varias instancias de la SEMARNAT (INE, CONANP, Subsecretaría de Gestión, Coordinación de Delegaciones y CECADESU), y se distribuyó entre los líderes de dependencias, ONG's y medios de comunicación con muy buena fortuna. Adicionalmente, se llevó un número de ejemplares a la comunidad de los Conca'ac, quienes se sintieron reconocidos y motivados al ver reflejada parte de su historia vital en un documento
El desierto y el mar son el espacio donde habitan y se mueven los Conca'ac, con sus ritos ancestrales, sus tradiciones libres de prejuicios, su calor humano, su respeto a las mujeres, a los niños, a los viejos y a los perros, y su sentido común para preservar las especies, de las que se auxilian para sostener la vida.
Los conca'ac y la diversa flora y fauna marina y del desierto son plasmados a lo largo del libro, utilizando la poesía para remarcar la belleza de los paisajes y la gente. Cada poema aborda las principales especies faunísticas de los alrededores, las costumbres, el pensamiento, los alimentos de los habitantes de la región. La tortuga Laúd, la isla Tiburón, el palo fierro, el venado bura, las cactáceas, pero también los conocimientos ancestrales de plantas medicinales son señalados en el libro. No se pretendió hacer un tratado sino un libro de divulgación que acercara a los lectores de manera natural al concepto del desarrollo sustentable: la integración armónica del hombre con sus recursos naturales, mediante un aprovechamiento que sostiene en el tiempo esa riqueza natural.
El libro muestra cómo se mezclan territorio, idioma y nombre para dar identidad a un pueblo de apenas 800 habitantes que defiende sus costumbres, con la cabeza en alto, porque son racionales y sensatas. Tal vez sea intuitiva la protección que este pueblo hace de las especies (muchas en extinción), pero han hecho de ellas su compañía y sus dioses. Son mucho más respetuosos de la biodiversidad de esa región que los mestizos de diversos municipios de Sonora, que abandonaron sus viejas costumbres de amor a la naturaleza por alcanzar oportunidades en la civilización occidental, relacionadas con una forma depredadora de consumo y producción. La desaparición del palo fierro obedece a esta nueva visión.
En mucho, los Conca'ac son un ejemplo a seguir, al menos en lo fundamental de su pensamiento, en su espiritualidad. Quien desee conocer de manera general lo que allá sucede y extasiarse en fotografías que fueron tomadas a lo largo de muchos años, deberá adentrarse en el libro. Después, seguramente querrá conocer a los Conca'ac, y atravesar el Canal de Infiernillo para visitar Isla Tiburón (la más grande de México). En medio del desierto, situado en el bosque de sahuaros monumentales, sentirá el éxtasis de vida que acompaña siempre a los Conca'ac. Si lo logra, estamos ciertos que contará con más elementos para respetar y aprender a valorar su propio entorno, lo que nos da nuestra tierra, nuestro planeta. ¡Ése es el sentido del libro!
|