El tapir centroamericano (Tapirus bairdii), juega un papel importante en la dinámica de los bosques tropicales al actuar como consumidor de follaje, dispersor y depredador de semillas para numerosas especies vegetales, y además, constituye un recurso alimenticio para los pobladores de comunidades rurales de Mesoamérica. Sin embargo, la especie se encuentra en peligro de extinción debido principalmente a la pérdida de hábitat y a la cacería excesiva en casi todo su rango de distribución. En México, los tapires subsisten en algunas áreas silvestres del Sureste, no obstante, el estado de sus poblaciones aún es virtualmente desconocido. La recién creada Reserva de la Biosfera La Sepultura (192,734 has) representa uno de los últimos reductos del tapir en la Sierra Madre de Chiapas, lo cual constituye una excelente oportunidad para obtener información básica sobre la ecología de sus poblaciones y sus hábitos de alimentación en la región. El propósito de este trabajo consistió en determinar la frecuencia relativa, preferencias de hábitat, hábitos de alimentación e impacto de la cacería sobre el tapir en el área de La Sepultura, con el fin de proponer una estrategia para la conservación de la especie en la Sierra Madre de Chiapas y apoyar la elaboración de un plan de manejo para la Reserva de la Biosfera. Encontramos que en La Sepultura las evidencias de la presencia de tapires fueron más frecuentes en las áreas de selva mediana subperennifolia y selva baja caducifolia (donde se concentran los cuerpos de agua permanentes) que en el resto de los tipos de hábitat. Por el contrario, la especie evitó en lo posible los tipos de hábitat muy perturbados y con mayor actividad humana (bosques de pino y pastizales), mientras que los bosques de encino y mesófilos de montaña fueron utilizados de acuerdo a su extensión, ya que constituyen hábitat importante para la alimentación, descanso, refugio y desplazamiento de los individuos. La composición de la dieta fue en general similar, aunque en particular la proporción de frutos consumidos a lo largo del año fue más constante que en otras localidades de Centroamérica. Actualmente el impacto de la cacería sobre la especie tiende a disminuir en la reserva; sin embargo, la constante pérdida de bosques y selvas debida a actividades agropecuarias acelera la fragmentación del hábitat y el aislamiento de la población, lo que dificulta su recuperación. Se recomienda: 1. evitar en lo posible la pérdida de más áreas de selvas medianas, selvas bajas, bosques mesófilos y bosques de encino; 2. informar oficialmente de la creación del área protegida a los habitantes locales e invitarlos a participar en acciones de conservación de la fauna; 3. evitar la creación de nuevos centros de población dentro de los límites de la reserva; 4. promover la conservación de áreas de pastoreo en sistemas agroforestales; y 5. hacer un monitoreo anual de poblaciones de fauna silvestre para decidir sobre las estrategias de manejo más convenientes. |