Una singularidad de nuestro país a nivel mundial ha sido la abundancia de tortugas marinas, aunada a una diversidad de especies. De las ocho especies que se conocen, siete ocurren en nuestras costas y dos de ellas desovan exclusivamente en costas mexicanas. La captura de tortuga y la extracción de los huevos que depositan en las playas, había sido una actividad tradicional de los pueblos ribereños del país, con la cual cubrían las demandas de un consumo doméstico. No fue sino hasta el presente siglo que se le capturó excesivamente, primero por factorías extranjeras que las procesaban a nivel industrial y posteriormente en la década de los 60´s para aprovechar la piel de las aletas, cuya aceptación internacional en substitución de la del cocodrilo, abrió un mercado ilimitado. Los datos de captura posteriores y la ausencia de hembras anidadoras en playas importantes de los estados de Jalisco y Guerrero nos muestran una tendencia clara hacia la declinación de algunas poblaciones, dejando manifiesto la incapacidad del recurso para soportar tan tremendo esfuerzo de pesca. En el país, los primeros esfuerzos de conservación se iniciaron en Isla Mujeres y Cozumel a través de la captura de hembras y machos adultos, que eran mantenidos en cautiverio en "corrales" de protección. Después de la reproducción y el desove, los organismos eran marcados y posteriormente se procedía a su liberación. |